Truena y retumba, Konk Anaa en su casa.
El cielo está cerrado
a punto de romper en llanto.

Llueve y duele.

Llovió en la mañana y no vino del cielo
Diluvió terriblemente, y fueron balas.

Del cielo mana lluvia de miedo. Nos empapa a todos.
Yo, quieta, sólo oyendo, sólo oyendo.
Detonaciones que rompen las nubes que abrazan al pueblo.
Retumbo en mi mísma, y espero.

Un silencio sobrio cubre las calles y las veredas.
Todos nos preguntamos de alma a alma, ¿qué vamos a hacer?
Mataron a Luis Juan Guadalupe
El silencio se diluye con cantos fúnebres.
Todo es quietud en las calles.
Susurramos.
El susurro se vuelve zumbido,
crece el rumor y las casas flotan un poco,
y caen luego sin estruendo.

El terror atraviesa el pueblo,
escribe infundios en los caminos,
difumina una puerta sagrada,
dibuja una montaña cubierta de sangre
una noche de sombras que acechan
una casa desconocida,
un encuentro con la muerte.

La noche ya no es noche,
es un encierro con resquicios de luz.
Han teñido la neblina de color rojo encendido.
El murmullo crece
y una casa arde en llamas.

Tukyo’m, Julio2017

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