En verdad,
el plumaje policromo de la tierra, es hipnótica.

Sueña el hombre,
y luego la despierta;
vuelan las aves,
y solitas descienden a beber el agua;
brincan y saltan los grillos,
y el suelo no abandonan;
multicolores emergen las flores,
y al final desmayan en abonos;
brota la música en el ser humano,
y lentamente muere impregnado
en los corazones de los otros.

Lloran las nubes,
y su llanto se derrama
sobre los árboles, los ríos y
sobre la agitada mujer azul;
atacan las serpientes,
y de nuevo se arrastran sobre el suelo;
se detiene el segundero del sol
en el avión, en la cama o en la mar,
y de cualquier manera se queda a dormir intratierra.

¡Qué hipnótica!
¡Qué hermosa y besadora tierra!

Mayo de 2001

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