Un texto de Kupyum [+], publicado originalmente el 29 de abril de 2013

Tyoskuyëp Nään.
“Tyäm mejtste’n tyoskujuyëp nmo’oy. Tyoskuyëp Nään ku mejts xpääty, kuts x’ijxy kuts xmayaty, kuts xyajyeeky xyajtso’oky, kuts xwëpujy kuts xwë’oopy ëy xë’n xmë’aty. Ka’a nëmää Ayuujk yajkpääty, te’n myëpäät ja mëj mayäjtën te’epë mejts ojts xtuny, kutsk jujkyäjtën xtamayaty. Tyoskujuyëp Nään”.
Javier Gil Ramírez- Tukyo’mët ëëpë koopë.

A fin de dar cuenta ciertos ritos que se viven en las comunidades ayuujk, aunado a la ya costumbre de celebrar el día del niño y el día de la madre en las comunidades y más en las escuelas, persisten tradiciones que muestran otro modo de ver y celebrar a la infancia y a la madre, desde la perspectiva Ayuujk la madre es inherente al ser mismo, de modo que es impensable celebrar a uno sin el otro, la criatura-niño y la madre. Nuestras felicitaciones a los niños y a las madres de parte del colectivo Nayuujk.

¿Pero qué hay detrás de los números, como el tres en algunos ritos? Uno de los motivos de una convivencia familiar Ayuujk es la celebración de la llegada de un nuevo miembro de la familia, al bebé. A los tres días del recién nacido, se elabora una comida típica como el machacado de frijol acompañado de un pedacito de carne asada o charalitos, que en este caso se sirve en platos personales además del deleite de un poco de pulque no sin antes ofrecer tres gotas al suelo, por la tierra que da respiro, por el cielo que nos da techo, por el subsuelo, en el que se enraíza la vida, entre otras interpretaciones.

La práctica musical, está tan arraigada en la identidad colectiva ayuujk, como lo demuestran los músicos del “conjunto típico de Yacochi” de la comunidad de Yacochi, agencia municipal de Tlahuitoltepec, entre su repertorio musical tocan cuando la ocasión lo amerita, precisamente tres sones que interpretan tradicionalmente, para que la familia se regocije y baile como gesto de bienvenida de un nuevo ser.

Estas expresiones, orientan las prácticas culturales en las familias, son modos comunitarios que permiten la socialización de la persona con su entorno familiar y comunitario. La celebración a la infancia no es, entonces, ajena a nuestra tradición comunitaria, en la actualidad las familias jóvenes van retomando los compadrazgos como modo de entretejer las relaciones sociales, además de que se fomentan los valores espirituales y creencias religiosas de modo binario cada acto a su tiempo y modo la iglesia y el cerro como altar natural.

Está un primer son, en referencia al ser pequeño que se gestó y creció en la matriz de la mamá; un segundo son en señal de la llegada del recién nacido a la faz de ésta tierra y por tanto su inicio de lactancia, y un tercer son, como símbolo a que la mamá supo fortalecer al niño con capacidades básicas para encaminarse hacia la socialización comunitaria.
La celebración a la vida, es entre música, baile, comida y las bebidas como el pulque y tepache, o la cerveza dada las condiciones, las personas se regocijan y deleitan el florecimiento y nacimiento de un nuevo ser, entre son y baile se va cambiando de brazo en brazo entre los tíos, primos, vecinos, compadres, padrinos, amigos, es la primera convivencia del recién nacido que es divino y sagrado como la vida misma.

Cuando una tradición persiste es que hay potencialidad creativa entre sus sujetos. Llama la atención las aportaciones musical que en años recientes se va acrecentando aún más, los músicos como dinamizadores del arte desde la palabra Ayuujk, me refiero a Palemón Vargas, originario de Tlahui, uno de los mas primeros cantautores de fines del siglo pasado y principios de éste, en lengua Ayuujk en la mixe alta, escuchado principalmente desde los años 80’s en las altavoces de la comunidad; entre sus repertorios hay canciones infantiles para aprender jugando y cantando las vocales, los números; las enseñanzas del trabajo en el campo, cuando el infante juega con el hermano mayor al maromero y payaso mientras cuida su rebaño y su vaquita, canciones que refieren a las mitologías como la pelea del tigre y el chapulín. Y precisamente en referencia a la madre, le canta a la madre con cariño, madrecita, a quien no olvida y la recuerda por siempre, porque es ella a quien le es ihnerente en su pensamiento, en el camino por distante que sea, la tiene en el fondo de su alma; _hoy perdóname por cuanto no la obedecí, por respondón, por ofenderla; porque me gestó, me dio la luz, me dio la fortaleza.
En lo que va de este siglo, doceavo años, entre los nuevos artistas se escucha a otro cantautor que invita con guitarra y repercusiones a volar imaginariamente entre la sierra cempoaltepecana y el popocatepetl, Javier Gil Ramírez, él reside el ciudad de México, originario de la comunidad de San Pedro y San Pablo Ayutla, cantautor bilingüe en español y en su Tukyo’mët ääw.

Entre sus canciones, un niño que felicita y agradece a la madre por su abrazo, apapacho, por acunarlo; que la perdone por hacerla llorar, por hacerla pasar coraje y preocupación, por desobedecerla; ella fue quien lo bañó y lavó su cabello, a la madre que soportó el hambre para darle un bocado de alimento a su bebé, la madre que es grandiosa, “hoy te doy las gracias porque cuidaste de mi, de las enfermedades, me limpiaste y lavaste”.

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