Durante el primer tercio del siglo XX, nuestro pueblo Mixe se encontraba inmerso en un proceso de aculturación impulsado por el Estado mexicano, promovido en la región por el coronel Daniel Martínez y ejecutado con rigor por sus capitanes y dirigentes comunitarios en Santiago Zacatepec y San Juan Juquila Mixes. En ese periodo, se prohibió el uso del huipil y toda vestimenta ancestral, llegando incluso a la quema pública de estas prendas. Se impuso además la castellanización forzada, bajo el argumento de que lo indígena y lo tradicional eran un lastre para el progreso del pueblo Ayuuk.

De manera inesperada, en 1932, los pueblos indígenas fueron convocados al “Homenaje Racial”, con motivo de los 400 años de la ciudad de Oaxaca. El objetivo era que cada una de las culturas que integraban las ocho regiones del estado enviaran una delegación representativa a la capital para exhibir su riqueza cultural.
El 25 de abril de 1932, el evento inició con el izamiento de la bandera a cargo del gobernador, el canto del himno regional socialista y el juramento a la ciudad. A continuación, hizo su entrada la “Señorita Oaxaca”, acompañada por las representantes de los pueblos participantes, las “Diosas de la fertilidad” y los “siete espíritus del bien”, emblemas de fraternidad y bondad. Tras ellos, desfilaron las “Chinas Oaxaqueñas” acompañadas de charros, como representantes de la ciudad. Les siguieron los Mixes, portando una manta con la leyenda: “Los jamás conquistados”. Desfilaron después las delegaciones de la Costa, los Valles Centrales, la Cañada, la Mixteca, Tuxtepec y el Istmo, cerrando el evento con la Danza de la Pluma de Cuilápam de Guerrero.
Cada región era precedida por dos ancianos venerables que portaban un bastón con lazos azules, símbolo de la autoridad suprema de su territorio. Les seguían grupos de hombres y mujeres ataviados con sus mejores trajes típicos, llevando matas de café, begonias, helechos y canastos de frutas secas. Al llegar frente a la representante de Oaxaca, cada delegación depositó sus tributos; los ancianos entregaron el bastón, que fue recibido con reverencia, y ocuparon sus lugares asignados. Todos los grupos desfilaron sucesivamente, mostrando con orgullo sus vestimentas y productos regionales, en un espectáculo que transmitió una impresión de majestuosidad.
Los festejos del IV Centenario marcaron el camino para el impulso del turismo cultural en la ciudad de Oaxaca. No solo se difundieron las riquezas culturales, históricas y naturales del estado, sino que se inició una transformación del paisaje urbano para ofrecer una “mejor imagen” al visitante, dotando de servicios e infraestructura necesaria para el turismo. El evento funcionó también como un mecanismo de distinción jerárquica entre los pueblos participantes y los que no, según criterios estratégicos en los que jugaron un papel crucial los maestros rurales y las clases dirigentes de las comunidades.
Este proceso sin duda impactó a los Mixes, pues fue necesario crear un himno y una danza representativos. Así, en 1959, por encargo del cacique Luis Rodríguez Jacob, Rito Marcelino Rovirosa compuso los famosos “Sones y jarabes Mixes”.
El “Homenaje Racial” se realizó solo dos veces después de 1932: en noviembre de 1933 y diciembre de 1941. Sin embargo, sentó las bases del modelo organizativo de lo que hoy conocemos como la “Guelaguetza”, que se consolidó en 1959. Desde entonces, la delegación Mixe ha participado con su danza y su banda filarmónica. Surgen entonces preguntas necesarias: ¿cómo se ha desarrollado la participación de la delegación Mixe en la Guelaguetza? ¿De qué manera ha beneficiado esto a la región? ¿Cuántas delegaciones mixes han participado, de qué municipios, y qué beneficios han obtenido? ¿Cuánto se invierte y cuánto se retribuye al enviar una delegación? ¿Vale la pena seguir participando? ¿Debería conformarse una sola delegación —integrada por danzantes y músicos— representando a los 19 municipios mixes? ¿Podría usarse la participación mixe en la Guelaguetza como moneda de negociación política a cambio de beneficios regionales? ¿Sería posible organizar una Guelaguetza propia, un “Xontääkën” o “ijtën-xo’onën” entre todos los pueblos Mixes, en un lugar y fecha específicos, similar a la Copa Mixe o al torneo de fútbol Anaajëntunp?
Nayuujk convoca a todas las personas mixes interesadas a presentar sus reflexiones, ya sea de forma textual u oral, en torno al significado de participar en la Guelaguetza y sus repercusiones —positivas y negativas— en las comunidades ayuuk. Las contribuciones se compartirán virtualmente el 13 de octubre de 2025 a las 5 pm.
¡Corran la voz!